La Microcentrífuga se utiliza para centrifugar muestras líquidas pequeñas, de 2 ml o menos, a altas velocidades. El mercado ofrece distintos modelos para diferentes usos y es importante conocer cuál se adecúa mejor a las necesidades de cada laboratorio.
La primera pregunta a hacerse es con qué nivel de fuerza y con qué materiales se necesita trabajar las muestras, además de si hay necesidad o no de refrigeración durante el centrifugado, cuántos operarios harán uso de este equipo y finalmente, con qué presupuesto se cuenta para esta adquisición.
Conocer el modelo de la Microcentrífuga no es suficiente para saber si se adapta a las necesidades de cada laboratorio. Ya que este es un equipo de relativamente alto poder, las características de seguridad de cada uno también deben ser consideradas, como por ejemplo, el bloqueo de la tapa durante el centrifugado, lo que mantiene la seguridad de la muestra y del operario.
Una Microcentrífuga refrigerada es ideal para trabajar con los diferentes componentes de la sangre y para obtener plasma rico en crio-precipitaciones. Pero también está recomendada para el trabajo con muestras de productos farmacéuticos o químicos en las diferentes industrias e investigación.
Por otro lado, una Microcentrífuga de alta velocidad, puede alcanzar una velocidad máxima de hasta 15.000 RPM, en incrementos de 10 RPM y con hasta 1 a 99 minutos de centrifugación continua. Estas también pueden ser refrigeradas o no y están recomendadas para muestras en análisis de ARN y ADN.
Finalmente, se debe tener en cuenta qué sistema de control tiene la Microcentrífuga, que garantice el funcionamiento seguro del equipo y que sea capaz de completar el proceso de centrifugado de manera automática. Así también que tenga un sistema de aviso de fallas, curvas de aceleración y desaceleración, reconocimiento de rotor, refrigeración sin flúor, etc.