La habilidad del agua para disolver compuestos, junto con su polaridad y puntos de vinculación, ebullición, fusión y congelamiento la hacen la sustancia más versátil conocida en el mundo. Es también ubicua y abundante, la Tierra no puede sobrevivir sin ella y los científicos tampoco pueden operar sus laboratorios sin su uso.
El agua es el reactivo más utilizado en el laboratorio y mientras que la calidad de ella puede ser, muchas veces, dejada de lado, este es un punto crítico para sus aplicaciones. Trazas mínimas de sales o contaminantes biológicos pueden resultar en consecuencias desafortunadas al trabajar con cultivos de células o al realizar mediciones analíticas de macromoléculas biológicas.
La calidad del agua es medida al examinar una serie de parámetros de una muestra y comparándolo luego con los valores necesarios para cada rango de pureza. Estos rangos están establecidos en las normas regulatorias ASTM y van desde el Tipo 1, la más pura hasta el Tipo 4, la menos pura.
Los entes reguladores internacionales, han establecidos los lineamientos que detallan el tipo de pureza del agua que debe ser utilizado en las variadas disciplinas científicas y aplicaciones específicas. Por ejemplo, el Tipo 3 es considerada apropiada para uso en Autoclave, el enjuague de instrumentos de vidrio y lavado de Baños Termorregulados. Por otro lado, el agua Tipo 1 y Tipo 2 está indicada para la mayoría de los procedimientos de laboratorio. El agua Tipo 2 es generalmente indicada como reactivo y para mezclas buffer, así como también para la preparación de medios de cultivo. El agua Tipo 1 está reservada para los procesos más sensibles, como la Cromatografía Líquida de alto rendimiento (HPLC) y análisis de trazas.
A continuación, dejamos un cuadro con los diferentes tipos de actividades en el laboratorio y el agua recomendada para cada una: