Las series y películas nos han acostumbrado a que la Ciencia Forense es un organismo capaz de resolver rápida y certeramente un crimen basándose en una pequeña muestra tomada en la escena. Pero la verdad es que el Análisis Forense ha recorrido un largo camino de más de dos mil años para llegar a los avances con los que contamos en la actualidad, avances que aún están en desarrollo.

Si tuviéramos que definir a un padre del Análisis Forense, éste sería Arquímedes, el científico más notable de la era antigua y quien haría nacer la ciencia forense al resolver las sospechas del rey de Siracusa, quien había sido engañado por un orfebre al reemplazar el oro de su corona por plata. Arquímedes descubrió el timo al notar que el peso no correspondía a una corona de oro puro. 

Pasaría una buena cantidad de tiempo antes de que esta ciencia diera otro salto importante. En 1302 se realizaría la primera autopsia legal en Bolonia por el doctor Bartolomeo da Varignana, quien inspirado por literatura china, examinó los cuerpos de personas que habían muerto en circunstancias sospechosas. Su trabajo se expandió rápidamente por Europa y abriría el camino para que esta práctica se hiciera habitual. 

Pero las autopsias estuvieron limitadas por el ojo humano y los instrumentos básicos por años, hasta que se inventara en 1590 el microscopio, el cual llevó al descubrimiento de los glóbulos y los espermatozoides y que permitió a los científicos estudiar muestras de cabello, uñas, heridas y materiales presentes en una escena del crimen. Además, por primera vez, se pudo identificar un cuerpo basándose en sus dientes. 

Análisis forense en laboratorio ciencia del crimen

Hasta ahora, la química no había hecho su aparición más allá de los descubrimientos de Arquímedes y no fue hasta 1832 que se aplicó por primera vez para el Análisis Forense, al tomar muestras del estómago de una víctima de envenenamiento por arsénico para descubrir el crimen cometido. En ese año, el químico James Marsh diseñó la prueba de arsénico, lo que eliminaría a este elemento como el veneno favorito de los asesinos. 

A partir de esto, los avances se realizaron con mayor rapidez, gracias al análisis balístico, la invención de la fotografía y al descubrimiento de las características de las huellas dactilares, que las hacen únicas en el mundo. Esto, sumado a avances en los tipos de sangre en 1901, llevó a la creación de los primeros laboratorios criminales, con científicos destinados en su totalidad a la resolución de crímenes en 1910.

En la actualidad, es posible no sólo descubrir la causa de muerte de manera precisa, sino también la data de muerte y todas las acciones que llevaron a ella. Los científicos especializados en esta materia continúan haciendo avances y trabajando para que cada delito tenga siempre una respuesta. 

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