Desde 1930 se han utilizado agentes biológicos en el 90% de los insecticidas del mercado, dando paso a los bioinsecticidas, ya sea de uso doméstico o para la agricultura. Uno de estos agentes y el más común es el Bacillus Thuringiensis, bacteria que causa la muerte de los insectos y que desde entonces, ha sido también aislado e insertado directamente en los cultivos, para hacerlos resistentes a insectos.
El uso de bioinsecticidas se ha ido popularizando con el tiempo, al ser una técnica viable y segura, sin embargo su producción, debe seguir los más altos estándares de calidad y requiere de equipos de laboratorio especializados, para que estos productos sean seguros para las personas y el medio ambiente.
En el laboratorio, se comienza con la bioprospección, en la cual se seleccionan las cepas de la bacteria a utilizar, luego de esto, los microorganismos se almacenan, para su posterior multiplicación mediante el proceso de fermentación en un biorreactor, en el cual estarán actuadores como el control del PH, añadiendo ácidos o bases, control de temperatura, nutrientes, monitoreo de oxígeno disuelto, entre otro parámetros.
Luego del proceso de fermentación, para multiplicar las colonias, se procede a recuperar los principios activos de interés mediante filtrado, como proteínas y esporas, para luego realizar la elaboración del producto con sus respectivos controles de calidad.
Adicional al uso del Biorreactor, se debe también utilizar un Autoclave para esterilizar el medio de cultivo, además de todos los equipos, accesorios e instrumentos que estarán presentes durante la fermentación, incluido un compresor de aire.
El proceso de fermentación sumergida en un Biorreactor es el método más común y eficiente para la producción de Bioinsecticidas, la cual se realiza en un recipiente de fermentación que contiene el medio de cultivo líquido más apropiado para hacer crecer la especie en cuestión.