En el laboratorio, la mufla es un equipo que funciona a altas temperaturas, compuesto de una cámara cerrada, la cual está cubierta por material refractario, que permite una entrega de calor uniforme al interior, alcanzando temperaturas de hasta 1.700°C.
La mufla funciona de manera mucho más controlada que un horno común, pudiendo monitorear y regular la temperatura en todo momento.
La principal función de este equipo consiste en realizar pruebas a altas temperaturas para diversos fines como tratamientos térmicos, pruebas de calcinamiento, incineración de muestras orgánicas e inorgánicas y cocción de materiales cerámicos, entre otros.
La mufla debe ser utilizada siempre en interior, con una temperatura ambiente entre 15°C y 40°C y una humedad relativa promedio del 80%. De no cumplirse estas condiciones, el rango de temperatura y estabilidad del equipo puede verse afectado negativamente, además de incurrir en un peligro para los trabajadores del laboratorio.
Al momento de utilizarse, el operador debe utilizar la indumentaria adecuada como guantes y delantal, para luego verificar que la mufla esté correctamente conectada a la fuente de poder y así cargar las muestras que se desea procesar. Una vez que se ha ajustado la temperatura de trabajo, no debe haber personal del laboratorio ubicado en las cercanías del equipo sin las protecciones anteriormente mencionadas.
Para que la vida útil de la mufla de laboratorio sea la máxima posible se deben realizar las siguientes mantenciones:
- Limpieza externa una vez por semana con solución no abrasiva
- Revisar periódicamente el sistema eléctrico del laboratorio
- No conectar la mufla a conexiones eléctricas múltiples que lleven a sobrecalentamiento
- Dejar al menos 15 centímetros alrededor del equipo que permita la circulación del calor
- Calibrar una vez al año para corregir desfases