A pesar de que las células madre se han transformado en un elemento esencial en la creación de nuevas terapias, que expanden radicalmente las opciones de tratamiento tanto para enfermedades comunes como raras, éstas vienen con un alto costo en tiempo, esfuerzo y riesgo.
Lo que hace que las células madre sean únicas para las terapias, es lo que las hace altamente difíciles de manejar. Las células madre tienen un mayor riesgo de contaminación que las células inmortalizadas, debido a que tienen una necesidad de atención constante. Estas células tienen un mayor costo de mantención y su medio de crecimiento y reactivos requeridos cuestan 10 veces más que aquellos de las células estándar. Adicionalmente, su sensibilidad a los cambios, la misma característica que aumenta su valor, significa también que el más mínimo estímulo puede causar diferencias y provocar el fin de toda una población de células.
Mientras que una opción natural para mantener y cultivar poblaciones de células madre es segregándolas en su propio espacio, no todos los laboratorios tienen el espacio físico o el presupuesto para añadir una incubadora especializada, sólo para este fin.
Sin embargo, una solución ha llegado a los laboratorios modernos, con incubadoras que permiten el manejo discreto de muestras dentro del mismo equipo, contando con cámaras que protegen cada población de células como si estuviera cada una en su propia incubadora.
A la hora de elegir un equipo de este tipo, se debe considerar los siguientes beneficios:
- Riesgo reducido de contaminación
- Ambiente estable
- Uso reducido de nitrógeno, minimizando el riesgo de condiciones hipóxicas
Finalmente, al momento de elegir una incubadora al laboratorio, se debe considerar si la opción de cámaras separadas es la correcta para las necesidades científicas.