En el laboratorio, para lograr la concentración de un soluto en una solución y la concentración de preparaciones para productos farmacéuticos, se utiliza la técnica de Concentración de vacío, proceso que mediante un concentrador centrífugo, logra separar el líquido de una muestra.
Este proceso es muy utilizado en la biología molecular, para procedimientos como la remoción del agua y etanol del ADN tras la precipitación. También en la medicina forense, para extraer agua o fluidos corporales y para la concentración de un solvente de una muestra que sea muy pequeña para analizar.
La técnica de concentración al vacío, mediante un concentrador centrífugo, funciona quitando el solvente al vacío, haciéndolo hervir a bajas temperaturas, esto gracias a las bajas presiones, que hacen que el punto de ebullición sea menor. El vapor resultante se bombea con una bomba de vacío, para luego condensarlo y mantenerlo en una trampa fría.
Para que esta ebullición sea totalmente controlada y sin contaminación cruzada, las muestras se hacen girar en el concentrador centrífugo, lo que crea una gradiente de presión en el disolvente, lo que, a su vez, controla la ebullición en el tubo.
Estos equipos son capaces de separar solventes en variados formatos, como tubos de ensayo, platos y frascos. Luego de finalizado el proceso, la muestra se puede incluso congelar en el mismo concentrador al vacío sin la generación de escarcha. Los solventes utilizados también pueden ser tanto orgánicos como volátiles.