El agua es un bien altamente preciado y que cada vez es más escaso. Las napas subterráneas son una fuente muy utilizada de agua para consumo humano, pero ésta también suele estar contaminada por aguas residuales industriales, de vertederos o la misma naturaleza geoquímica del suelo. Es aquí donde el análisis previo cobra mayor importancia.
Una vez que el agua está limpia y comienza su recorrido por la red domiciliaria, ésta puede sufrir contaminaciones por metales, los cuales son capaces de persistir por más tiempo en el agua y pueden ser dañinos para la salud de las personas. La disposición de efluentes industriales en sectores aledaños a fuentes hídricas, es una de las fuentes más importantes de contaminación del agua, lo que a su vez, es el tipo de contaminación más tóxica y difícil de remover por métodos de purificación tradicionales.
Desde el momento de la colecta del agua hasta su transporte a la red domiciliaria, se deben realizar una serie de análisis en el agua, los cuales pueden ser PH, conductividad, turbidez y oxígeno disuelto, para verificar la presencia de microorganismos o sustancias tóxicas, sin embargo, todos estos análisis deben dividirse en dos tipos principales:
1- Biológicos: En esta fase se realizan exámenes bacteriológicos, para verificar qué bacterias están presentes y de qué tipo, especialmente si son coliformes totales, termotolerantes y escherichia coli. Como preparación a este análisis, todos los instrumentos a utilizarse deben ser autoclavados, para evitar la presencia de contaminantes externos que alteren los resultados.
2- Físico-Químico: Este análisis determina la presencia de elementos como el gas carbónico libre, cloruros, aluminio y fluoruro. Para ello, se realizan análisis de conductividad, PH, turbidez y BOD (demanda bioquímica de oxígeno).