Mediante la filtración por membrana se pueden separar mezclas heterogéneas al pasarlas por un medio filtrante posicionado en un embudo. Las partes sólidas quedan retenidas y la fracción líquida o gaseosa pasa por el filtro y se retiene en un recipiente. Este filtrado proporciona un producto libre de partículas sólidas.
Para realizarla, se utiliza una membrana porosa para filtrar las partículas líquidas o retener moléculas de tamaño y peso molecular mayores que el diámetro de los poros. Se utiliza principalmente para cumplir los requisitos especiales en los procesos de separación de líquidos.
La muestra se purifica dependiendo del tamaño de los poros de la membrana, donde se acumularán en la superficie los sólidos que son demasiado grandes para pasar por los poros de la membrana.
En este proceso de filtración por membrana, puede haber tres tipos diferentes: microfiltración, ultrafiltración y nanofiltración. La selección del tamaño de los poros de la membrana se realiza mediante una relación entre el tamaño y la forma de los solutos a fraccionar, además de la distribución de los tamaños de los poros en la superficie. Mediante un mecanismo conectivo, se produce el transporte entre los lados de la membrana y el flujo de permeado es directamente proporcional a la diferencia de presión aplicada a la membrana.
La diferencia entre cada una de estas filtraciones depende únicamente del tamaño de las partículas a separar, disminuyendo el tamaño de los poros desde la microfiltración hasta la nanofiltración que es el más pequeño. De esta forma, la resistencia a la transferencia de masa es cada vez mayor, aumentando la diferencia de presión aplicada a la membrana, la que es necesaria para la permeabilidad.
Este proceso se utiliza en todo tipo de laboratorios, como químicos, alimentarios, farmacéuticos, biotecnológicos, microbiológicos, médicos y tratamiento de aguas, ya que entrega resultados confiables y reproducibles.