El nivel de oxígeno disuelto en el vino es crucial para asegurar su vida útil y estabilidad, para que así el producto no se descomponga o añeje demasiado rápido.
Los métodos colorimétricos para este análisis, no pueden ser aplicados para analizar vino, ya que éste es un producto que ya tiene un color establecido. Este tipo de análisis se recomienda para muestras de agua transparente, donde el cambio de color durante el test es claro y agudo.
En el caso del vino, se debe utilizar un medidor especializado para ello y a continuación, detallamos el por qué:
La calidad del vino se ve afectada de varias maneras por la presencia de este elemento, el color se profundiza, los microorganismos se multiplican, la frescura y el aroma se pierden y el proceso de añejado se acelera.
Sin embargo, cierto nivel debe estar presente, sobre todo para vinos tintos, para asegurar que el proceso de maduración se desarrolle. Si hay muy poco de este elemento, se pueden generar olores desagradables por el sulfuro de hidrógeno y también, las estructuras de los taninos pueden estar secas.
Este índice también afecta la tasa de consumo del conservante de ácido sulfuroso, por lo que determinar este punto antes de envasado, permite que se añada la dosis correcta del conservante.
Para esta medición, se requiere de un electrodo LDO, el que está diseñado para este fin y en el que la lectura no se ve afectada por las diferentes sustancias presentes en el vino, así como también, si el vino es tinto, blanco, rosé, nublado o turbio.