Por muchos años, el acero inoxidable estructurado ha sido una propiedad inconfundible de los instrumentos de laboratorio, con características tan importantes como la resistencia a los rayones, higiénico, robusto y durable, además de poder ser reciclado sin problemas.
Equipos como cámaras climáticas y baños termorregulados, pueden encontrarse usualmente en laboratorios de microbiología y analíticos. Cuando se utilizan, quedan en evidencia las mejoras que entrega el acero inoxidable, versus otros materiales como la chapa de acero revestida, la que se puede corroer rápidamente con el uso constante.
Para otros equipos, como hornos universales, incubadoras, autoclaves, e incluso las tuberías de estos equipos, el acero inoxidable se utiliza para las cámaras internas y bandejas deslizantes, así como los lavabos interiores y otros accesorios del laboratorio.
La textura de la superficie del acero inoxidable convencional no puede ser vista ni sentida con los dedos, pero aún así, puede acumular gérmenes, incluso en pequeñas zonas. Es por esto que, para el trabajo con materiales biológicos, como lo es el caso de las Incubadoras de CO2, se recomienda que el acero inoxidable sea electropulido. Este proceso también aumenta la resistencia a la corrosión.
En equipos como un horno de vacío, tanto la cámara interna, como sus bandejas térmicas, se fabrican de acero inoxidable, así como también su tubería. Para lograr que el horno se caliente de manera equitativa, el aluminio que se utiliza en este caso es anodizado y mejorado en la superficie como estándar.
Para aplicaciones con materiales altamente corrosivos, también se recomienda utilizar estantes de acero inoxidable en el laboratorio, ya que tiene una alta resistencia a los químicos.