La determinación de la actividad enzimática del suelo es un método efectivo para realizar un control de calidad de los suelos, ya que evalúa la actividad de los microorganismos presentes, mediante un conteo y análisis genético.
El análisis microbiológico del suelo maximiza la evaluación de calidad y potencial productivo de los suelos. Estos indicadores son más sensibles que aquellos indicadores químicos y físicos, ya que señalan con anticipación los cambios producidos en el suelo como consecuencia de su uso y manejo.
El proceso de recuento de microorganismos es sencillo de realizar, pero no es 100% preciso, ya que no todas las especies se desarrollan en medios de cultivo artificiales, esto sumado a que no es un reflejo del nivel de actividad de los microorganismos, por lo que se requieren análisis adicionales, como la tasa de fijación de nitrógeno, la respiración microbiana, la actividad enzimática, etc.
La actividad enzimática del suelo corresponde a la suma de la actividad enzimática de todos los organismos vivos, además de las enzimas abióticas que se acumulan en el suelo, las que están protegidas de la acción de las proteasas, gracias a la adsorción sobre partículas de arcilla y materia orgánica del suelo.
El método más utilizado para la determinación de la actividad enzimática es mediante la determinación de arilsulfatasa y beta-glucosidasa, en la que se incuban muestras de suelo a 37°C con una solución buffer de sustratos específicos para cada enzima. De esta forma, se libera el p-nitrofenol, lo que luego se puede determinar por colorimetría mediante un espectrofotómetro UV/VIS.
Los equipos utilizados para este proceso son: