Una centrífuga en el laboratorio se utiliza para la separación de ciertas partículas de una solución. Dependiendo de los componentes de esta solución, la centrífuga debe ser utilizada a diversas velocidades, existiendo distintos modelos dependiendo del uso que sea necesario.
Un elemento altamente estudiado en los laboratorios es la sangre, la cual tiene cuatro componentes principales: glóbulos blancos, glóbulos rojos, plasma y plaquetas, estando este último también conformado por otro seis componentes diferentes.
Es esta diversidad de contenido en la sangre lo que la hace un elemento bastante particular al momento de someterlo a la centrífuga de laboratorio, ya que las células presentes en el plasma tienen características diferentes a las demás, por tanto, la forma en que se separan también cambia.
En el proceso llamado separación por sedimentación, estableciendo la combinación perfecta de fuerza centrífuga y tiempo, se pueden separar las plaquetas de los glóbulos rojos y blancos, ya que son más pequeñas. Pero si la sangre no se somete a la fuerza centrífuga por suficiente tiempo, sólo se logrará separar el plasma, el cual quedará en la parte superior y será rico también en plaquetas. En el fondo del recipiente, quedará un sedimento llamado sobrenadante.
En el sobrenadante habrán partículas pequeñas bastante puras, pero si se desea una mayor cantidad de estas partículas, se deberá realizar una centrifugación a variadas velocidades y tiempos, lo que se conoce como centrifugación diferencial.
La sangre también se puede separar por densidad, lo que es muy útil para apartar los linfocitos. Ya que su densidad es menor a la de otras células, al realizar el proceso, la sangre se pone en capas sobre un líquido con una densidad específica, luego se realiza la centrifugación, resultando en los linfocitos formando una banda flotante que está muy bien separada del resto de los glóbulos, los cuales quedarán al fondo del recipiente. Finalmente, el plasma y plaquetas flotaran en la parte superior.
En un principio, la separación de la sangre surgió como una forma de realizar transfusiones a pacientes que sólo requerían de ciertos elementos de la sangre. Pero ahora este método se utiliza en laboratorio con un sinfín de usos dedicados a mejorar la salud de las personas.