Ya sea una pequeña renovación en el hogar, o una gran construcción comercial, determinar de manera precisa la presencia de asbesto, es una parte crítica de manejar el riesgo de exposición de tanto los trabajadores como de la comunidad. Cuando se sospecha de la presencia de asbesto, los proyectos de construcción quedan suspendidos, transformándose en altos costos de dinero y tiempo. Es por esto que la clasificación precisa de fibras desconocidas es crítica.
Para testear las fibras sospechosas, existen dos técnicas utilizadas tradicionalmente por los laboratorios, que pueden ser Microscopía de Contraste (PCM) o Microscopía de Luz Polarizada (PLM), para identificar los tipos de asbesto. Mientras que estos métodos de microscopía óptica pueden evaluar la morfología de las fibras, éstas no pueden determinar su composición elemental, lo que puede llevar a una clasificación errónea de los materiales. Como resultado, los proyectos de construcción pueden experimentar largas demoras mientras los trabajadores de la construcción terminan con la costosa remoción de materiales que puede ser innecesaria.
Para testar efectivamente la presencia de asbesto, una gran cantidad de laboratorios han recurrido a los microscopios de escaneo de electrones, combinado con la Espectroscopia de Rayos X dispersivo en energía (SEM-EDS), como una alternativa a las técnicas PCM y PLM. Utilizando el método SEM-EDS, los investigadores pueden identificar rápidamente la composición química de las fibras y obtener imágenes de alta resolución, necesarias para determinar la morfología de ellas. Esto aumenta la certeza del análisis, ayuda a reducir costos y acelera el término de los proyectos de construcción.
En el pasado, el alto costo y la complejidad de la técnica SEM-EDS, no permitían su uso en los laboratorios con presupuestos más limitados. Con la introducción de nuevos modelos de sobremesa y los equipos SEM con las capacidades EDS incorporadas, esta tecnología es cada vez más asequible.