El Molino en el laboratorio se utiliza para reducir el tamaño de una muestra sólida determinada, con el fin de adecuarla para el ensayo que se requiere. Durante la molienda, se desintegra la muestra y se aumenta la superficie de contacto, lo que mejora la eficiencia en pruebas como extracción, calentamiento, enfriamiento y deshidratación. Además de la uniformidad en el tamaño de sus partículas, lo que ayuda con la homogeneización y separación de los componentes durante el análisis.
Todos los molinos se componen principalmente de un rotor, estos pueden ser:
– De cuchillas: Para materiales fibrosos y maleables.
– De martillo: Para muestras frágiles o rígidas.
En general, el molino es un equipo sencillo de utilizar y puede funcionar por flujo continuo, o sea, insertando la muestra en el embudo superior, para luego pasar por el triturador y salir por la parte inferior. O por lotes, cuando se necesita retirar la muestra manualmente por la parte inferior de la cuba.
Al trabajar por lotes, puede manifestarse un sobrecalentamiento de la muestra debido a la acción mecánica de la molienda, esto puede dañar muestras más sensibles que necesiten un mayor control debido a análisis específicos, para ellos, el molino puede incluir un sistema de refrigeración por circulación de agua.
Se recomienda que la muestra se analice inmediatamente después de pasar por el molino, de no ser posible, se deben realizar procedimientos de conservación, como la inactivación enzimática y un estricto control sobre las reacciones oxidativas y microbiológicas durante su almacenamiento.