El trabajo con productos naturales como frutas y verduras, requiere de un control de calidad especializado, ya que a pesar de los controles realizados durante el proceso agrícola, hay pocos métodos que señalen de manera precisa la calidad del sabor de ese producto. La solución llega de la mano de la Espectroscopía Infrarroja Cercana (NIR)
Un caso especial es la producción de almendras, las que pueden contener amigdalina, un diglucósido que, en contacto con la saliva causa un sabor amargo. La presencia de este elemento es aleatoria y presenta un desafío para los productores que buscan entregar un producto de calidad.
La Espectroscopía Infrarroja Cercana (NIR), es capaz de predecir los niveles de amigdalina en frutos secos ya sea con cáscara o sin, además, es capaz de clasificar las almendras a nivel industrial, lo que antes no era posible.
Esta tecnología puede analizar grandes cantidades de producto en el lugar de producción y en tiempo real, sin la necesidad de acceder a un laboratorio, evitando así la devaluación del producto y posibles problemas de seguridad alimentaria.
Los sensores de la Espectroscopía Infrarroja Cercana (NIR) funcionan emitiendo un haz de luz que interactúa con la materia orgánica, enviando una señal de regreso al equipo, la que es única para cada muestra. Esta señal entrega información y permite analizar y definir esa muestra. Un equipo portátil, funciona mediante valores de referencia, los que permiten desarrollar un sistema de predicción, analizando varios parámetros de manera rápida y no invasiva.
Esta tecnología es ampliamente utilizada en la industria alimentaria y es muy útil para identificar fraudes alimenticios, siendo capaz de reconocer hasta un 90% de los productos fraudulentos y puede implementarse en cualquier punto de la línea de producción, ya sea la recepción, procesamiento o envío, siendo así un método de alerta rápido y asequible.