Un tamiz de prueba es un instrumento que se utiliza para la medición del tamaño de partículas. En su forma más común, consiste en una malla de acero con aperturas cuadradas, montadas de manera rígida en un marco metálico cilíndrico. Para el tamizado grueso, se puede utilizar una pantalla de placa perforada, con orificios cuadrados o redondos, en lugar de la malla de alambre. Estas placas perforadas tienen un rango de aperturas redondas desde los 4 mm a 1 mm.
Partículas sólidas desde 125 mm hasta 20 µm pueden ser medidas rápida y eficientemente con un tamiz de prueba estándar. Un tamiz especial puede tener aperturas menores a los 20 µm, pero se debe tener en cuenta que, mientras más fina la malla de un tamiz, mayor es la probabilidad que esta se bloquee con partículas sólidas. Sin embargo, el microtamizado puede llevarse a cabo con aperturas de hasta 5 µm, utilizando técnicas especializadas.
El tamaño de una partícula, al ser medida por un tamiz de prueba, puede ser especificado simplemente teniendo en cuenta el tamaño de dos tamices: Uno por el cual las partículas pasan y otro por el que estas quedan retenidas.
El uso más frecuente para un tamiz de prueba es para la medición de la distribución del tamaño de la partícula. Este no es el único método disponible para este análisis, pero sí es el más utilizado y más importante.
El tamizado tiene dos características principales: Primero, cubre un amplio rango de tamaños de partículas, el que tiene una importancia industrial considerable. Segundo, es bastante superior a otros métodos de determinación.
Este método es rápido y confiable, además de recomendado para análisis de alta precisión o rutinas de trabajo industriales. Las pruebas pueden realizarse en casi cualquier condición.